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9 ene 2011

Con divisa verde y oro


Intérprete: Pasión Vega
Título: Con divisa verde y oro
Autores: Antonio Quintero, Rafael de León y Manuel López-Quiroga
Disco: Con el alma en los labios
Año: 1997


“Pasión Vega no hace arqueología de la copla. Hace vida, de ahora, de siempre. Ha tenido el valor de quitarle el abanico y la bata de cola a nuestras canciones. Belleza a solas.”

Antonio Burgos


Nacida en Madrid pero criada en Málaga y afincada en Cádiz, Ana María Alias Vega -así es su nombre real- a los tres años comenzó a cantar, primero en la parroquia de su barrio y más tarde coplas en concursos de radio, haciendo versiones de los clásicos. Desde 1994 hasta 1996 participó en multitud de concursos radiofónicos y televisivos, obteniendo en la mayoría de ellos la primera posición: Málaga canta, Sueño malagueño, Pasa la vida o Festival de Benidorm fueron algunos de ellos.

Los primeros triunfos la premiarían con la grabación de su primer vinilo, “Estos detalles” (1994). Como consecuencia de sus éxitos surgiría la primera grabación discográfica profesional, “Un toque de distinción” (1996). A este disco de boleros y canción melódica, le seguirían dos de clásicos de copla titulados “Con el alma en los labios” (1997) y “Corona de perlas” (2000). Todas estas producciones musicales conforman su primera etapa artística, bajo la producción de Diego Ibáñez en la compañia discográfica andaluza La voz del Sur.

A partir de ese momento comenzaría una carrera inédita muy personal con la multinacional BMG, en la que haría música de autor, una copla nueva con cadencias de jazz, de pop y de flamenco, que serviría de guía a muchas de las artistas coetáneas del género.

“Habría que redefinir lo que es copla. Yo me siento identificada con una Andalucía más moderna o más actual y por eso no llevo mantilla ni peineta”.

Pasión Vega


Los primeros triunfos sobre las tablas del Teatro Lope de Vega de Sevilla y el Teatro Cervantes de Málaga la encumbraron como intérprete. Sus particulares formas para la copla, con una dicción y un afinamiento admirables, sorprendieron positivamente a la crítica, además, por ser la primera artista que interpretaba este género sin peineta, mantilla o bata de cola, con el pelo corto y trajes de alta costura de gusto sencillo, sin estridencias ni flolclorismos arquetípicos.

Era fácil entender que Pasión Vega tuviera más que sabida la lección de los últimos años de historia de este género y que fuera conocedora de la impresionante evolución que Carlos Cano o Martirio venían desarrollando años atrás. Muestra de ello era su posicionamiento musical en la copla, dando vida a títulos inéditos como “Una copla pa’ la Lola”, “La Reina del Pay-Pay”, “Amor de contrabando”, “Cómo te extraño”, “La vida en gris”, “Teresa”, “La calle del almíbar”, “Curro agujetas”, “Tan poquita cosa” o “Lunares”.

“Tiene el valor de estar donde está sin hacer la menor concesión al tópico. Ahí es nada, aguantar a pie firme en el escenario el chimpún del puente musical de cada copla, sin paseítos, sin bata de cola, sin abanico. Como pidiendo perdón por lo bien que lo está cantando.”

Antonio Burgos


Entre los dos discos de clásicos que grabó durante sus primeros años de carrera se encuentra “Con el alma en los labios” (1997), una producción dirigida por Diego Ibáñez en la que se revisan desde coplas menos conocidas como “Sentimiento”, “Triana, Triana”, “Ay, mi Córdoba” o “La Salinera” hasta “Ojos verdes”, “Con el alma en los labios”, “Habaneras de Cádiz”, “Me embrujaste”, “Mañana sale”, “Como a nadie te he querido” o “Dime que me quieres”.

Entre todas ellas se encuentra un hermoso pasodoble taurino titulado “Con divisa verde y oro”. Esta elegante pieza compuesta por el triunvirato formado por Antonio Quintero, Rafael de León y Manuel López-Quiroga era un número que incluyó Concha Piquer en uno de sus espectáculos titulado “Salero de España” y que presentó en 1953 en el Teatro Álvarez Quintero de Sevilla. Más tarde lo paseó por un buen número de ciudades del mundo y fue por aquellos años cuando se hizo célebre la frase “viajas más que el baúl de La Piquer”.

Sus autores, los exquisitos Quintero, León y Quiroga, dedicaron este pasodoble a la insigne ganadera de Salamanca Pilar Sánchez Hernández, más conocida como Pilarín Coquilla (1907-2005). Fue hija de uno de los ganaderos más importantes de campo charro, Paco Coquilla. Mujer moderna y de ideales liberales, montaba a caballo, participaba en tientas, toreaba, fumaba o conducía coches.

Su prestigio entre ganaderos, toreros, artistas y aficionados, trascendió al pueblo y su memoria, no sólo quedó inmortalizada en esta copla, sino que además fue retratada por el pintor Daniel Vázquez Díaz, para quién posó en 1949 como modelo de un cartel de taurino.

Los toreros que acudían a tentar a su finca ponderaban sus encantos y más de uno bebió los vientos por ella. Nadie sabía cuando se estrenó esta copla, que la “ganadera salmantina" de la que habla era Pilarín Coquilla, ni tampoco que ese “chiquillo de Osuna que quería ser torero” pudiera ser Joaquín Rodríguez Ortega Cagancho (1903-1984), el torero gitano que dicen que quiso conquistarla para siempre y que a punto estuvo de conseguirlo.

En concreto, el poema de la copla que se inicia en enero, habla de un joven de Osuna que quiere ser torero y que nombra como madrina a una ganadera de Salamanca. La letra no da nombres, pero la cuestión es que en el desarrollo de la historia ella empieza a enamorarse de él y él le promete matrimonio si consigue dinero y fama: “Ganadera salmantina, / yo la nombro por madrina, / que, el dinero y el cartel, / si algún día los consigo, / pongo al cielo por testigo / que me caso con usted”.

Toda la cortesía del chiquillo se centra en advertirle precaución: “Ganadera con divisa verde y oro, / ten cuidado, / que el amor no te sorprenda como un toro / desmandado”. Y aunque el de Osuna “adivina / la locura de un ‘te adoro’” en sus ojos, la ganadera aguanta “como una encina” las formas, todo por hacienda, prestigio y apellido.

Para cuando él es un torero consagrado ella ya está absolutamente enamorada y aunque, caballero y galán, cumple su palabra pidiéndole matrimonio hasta en tres ocasiones, ella se niega. El motivo es una mujer que él había dejado en su Osuna natal: “Por tres veces me ha pedido / que lo tome por marido, / por tres veces dije ¡no!, / y la causa está en Osuna, morenita de aceituna / que por mí se le olvidó.

Los mayorales intentan consolar sus “noches / de penas mortales” diciéndole que debe centrase en su apellido y su ganadería y pidiéndole encarecidamente que se quite el luto del vestido “porque así no se adivina / que enterraste un ‘te adoro’”.

Aunque el romance entre el torero y la madrina podía haber sido posible porque ambos se querían, la sociedad de la época condicionó sobremanera la actitud de ella, que prefirió rechazarle para mantener su prestigio como ganadera, o quizá fueron sus ideales liberales, quién sabe. La cuestión es que la relación entre ambos no llegó a mayores y genero una poderosa leyenda.

Aunque esta copla la estrenó Concha Piquer en 1953 con el gusto y buen decir al que nos acostumbró, Pasión Vega la volvió a grabar en 1997 con arreglos y dirección de orquesta de Manuel Alonso Borriño, aportando sus particulares formas, con graves plomizos, agudos cristalinos y esa categoría de dama de la canción que la caracteriza. A parte de Concha Piquer, también han hecho versiones destacadas intérpretes como Rosita Ferrer, Pedrito Rico, Emilio el Moro, Pasión Vega, Carlos Vargas o Julita Díaz.

Pedro Pérez Flores bautizó artísticamente a Ana María Alias Vega como Pasión Vega y años más tarde Antonio Banderas la rebautizaría a raíz de su colaboración en “La Reina del Pay-Pay” (2006) como La voz de seda. Es una de las primeras figuras españolas más importantes, siempre manteniendo vigente su matriz que está en la copla y trabajando desde un posicionamiento vital a favor de su origen. Tantos momentos de gloria merencen “un ole en la tienta / por su valentía”.

Vino en un rayo de luna,
de luna del mes de enero;
era un chiquillo de Osuna
que quería ser torero.

Ganadera salmantina,
yo la nombro por madrina,
que, el dinero y el cartel,
si algún día los consigo,
pongo al cielo por testigo
que me caso con usted.

Un ¡ole! en la tienta
por su valentía
y un duende en mis venas
que así me decía:

Ganadera con divisa verde y oro,
ten cuidado,
que el amor no te sorprenda como un toro
desmandado.
Por tu hacienda y tu apellido
se te guarda devoción,
y un clavel en tu vestido
llamaría la atención.
En tus ojos se adivina
la locura de un "te adoro".
Que has de ser como la encina,
ganadera salmantina
con divisa verde y oro.

Ya es un torero de fama,
dinero y categoría,
ya es su pasión una llama
que me ronda noche y día.

Por tres veces me ha pedido
que lo tome por marido,
por tres veces dije ¡no!,
y la causa está en Osuna,
morenita de aceituna
que por mí se le olvidó.

Y son, en mis noches
de penas mortales,
cuchillos las coplas
de mis mayorales:

Ganadera con divisa verde y oro,
dueña mía,
cuánto diera por salvarte de ese toro
de agonía.
Con tu hacienda y tu apellido
ya te sobra en qué pensar
y hasta el luto del vestido
te lo debes de quitar.
Porque así no se adivina
que enterraste un ‘te adoro’
bajo el tronco de una encina,
ganadera salmantina
con divisa verde y oro.

Web de Pasión Vega

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