Las 10 más populares del día

27 jun 2010

A trabajos forzados


Intérprete: Antonio Vega
Título: A trabajos forzados
Letra: Antonio Gala
Música: Antonio Vega
Disco: De un lugar perdido
Año: 2001

“Pienso en los grandes poetas y veo que no les llego ni a la altura del betún. Pero lo cierto es que disfruto incorporando a la música textos que tengan un valor propio, que no sean un mero añadido”

Antonio Vega

Nació en Madrid el 16 de diciembre de 1957. Él mismo afirmaba que tuvo una educación afortunada, levantada sobre las bases de la humildad y la entrega. Con sólo diez años, participaba como oyente en clases de guitarra, anclando sus ojos en las manos de los músicos, intentado grabar las posiciones de los acordes que se deslizaban por los trastes de aquellos mástiles, soñando algún día poder hacer sonar sobre sus muslos aquel instrumento tan grande como él.

Por su adolescencia pasó el final de la dictadura franquista y sin hacer demasiado hincapié en ello, tras cumplir su servicio militar en Valencia, se matriculó durante dos años en una Escuela de Arquitectura y más tarde en una de Pilotos, encendiéndose paralelamente en él el interés por la música.

Como a todos los músicos de su generación, la Movida Madrileña le pasó por encima. En 1978 formó junto a Nacho García Vega (su primo) el grupo Nacha Pop. El primer disco del grupo se editó en 1980 y durante su periodo de vida (1978-1988), el propio Antonio Vega se desarrolló artísticamente componiendo muchos de los temas, consiguiendo el logro de incorporar al cancionero popular piezas como “La chica de ayer”, que durante aquellos años se convertiría en una de las más representativas de La Movida. A su generación se sumarán Radio Futura, Alaska y los Pegamoides, Ejecutivos Agresivos o Los Secretos.

Durante estos diez años de vida del grupo editarán “Nacha Pop” (1980), “Buena disposición” (1982), “Más números, otras letras” (1983), “Una décima de segundo” (1984), “Dibujos animados” (1985) y “El momento” (1987).

Pero el grupo se disolvió a finales de los 80 y Antonio Vega, en su carrera como solista, acentuó una línea más intimista, poniendo el valor todo lo aprendido en su etapa anterior, mezclando los sonidos pop con los versos más exquisitamente urbanos y asequibles. Su discografía en solitario, que se iniciará en 1991, la compondrán “No me iré mañana” (1991), “El sitio de mi recreo” (1992), “Océano de sol” (1994), “Anatomía de una ola” (1998), “De un lugar perdido” (2001) o finalmente “3000 noches con Marga” (2005), un disco dedicado a la memoria de su mujer. El 19 de mayo de 2009 moría Antonio Vega dejando parcialmente de luto el Pop español.

La copla de hoy pertenece al disco “De un lugar perdido” (2001), de la etapa final como solista de Antonio Vega. Durante la preparación de este trabajo, paralelamente, Clara Montes preparaba su debut en la escena musical con un cedé íntegramente compuesto por versos musicalizados del poeta Antonio Gala. A Antonio Vega le tocó la difícil y exquisita tarea de musicalizar uno de los versos más significativos de Gala, originalmente titulado “Condena”, para el disco que preparaba Clara Montes. Tan magnífica obra, el ex componente de Nacha Pop, no pudo resistirse a grabarla. Al respecto cito unas declaraciones del cantautor:

“Es un soneto de Gala, que es maravilloso, que lo compuse en principio para Clara Montes, pero no he podido resistirme a la tentación de hacerlo de esta forma. Es fantástico. Tiene esa atmósfera tan poderosa, tan magnética. Es una canción que me emociona interpretar. Es algo muy serio de verdad, al tocarla me da la sensación de estar ante algo muy fuerte, de estar jugando, no con un arma de doble filo, pero, si quieres, con elementos muy poderosos dentro del ser humano”.

Antonio Vega

Aunque pueda parecer pretencioso e incoherente incluir esta obra y a este autor en un espacio de análisis para los nuevos órdenes de la copla, la pieza, producida por Nacho Béjar, levanta simbólicamente muchos de los valores de la copla para nuestro tiempo. El verso de Gala, narra íntimamente la apasionante entrega de un sujeto enamorado hacia otro con escalofriantes palabras como: “buscaré solamente la sentencia / a cadena perpetua de tu abrazo”. El desgarro interno de un individuo anhelando la presencia del ausente no se encuentra tan alejado de piezas del repertorio asumido, como muchos de los sonetos de Rafael de León que musicalizó Juan Solano: “Ten cuidado”, “Mi amigo”, “Con ruedas de molino”, “Ni un padre nuestro” o “Poema de mi soledad”. La incursión de Antonio Vega en la copla nace a raíz del disco "Tatuaje (I)" (1999), en el que interpretaba una exquisita y fascinante "Ay pena, penita" de la tripleta Quintero, León y Quiroga.

La versión original, magnífica donde las haya, sostenida sobre unos arreglos sinfónicos, arpegios de guitarra acústica y española y una esperanzadora percusión en el estribillo, es de Clara Montes, que editaba en su primer disco “Canta a Antonio Gala” (2001) un espléndido "A trabajos forzados".

Tuve la suerte de escuchar en directo este verso de Gala a Antonio Vega, no a mucho de su muerte, apoyado débil en su guitarra, con un rostro delgado y silencioso que parecía anunciar el fatal desenlace. Esta obra, que tantas veces ha llenado mis momentos de dolor y de soledad, quiero compartirla especialmente con aquellas personas que se entregan vital y absolutamente y reclaman la fusta del amor (su dolor), enfrentándose a la entrega terrible desde la esperanza, para alcanzar el abrazo perpetuo.

A trabajos forzados me condena
mi corazón, del que te di la llave.
No quiero yo tormento que se acabe,
y de acero reclamo mi cadena.

No concibe mi mente mayor pena,
que libertad sin beso que al trabe,
ni castigo concibe menos grave,
que una celda de amor contigo llena.

No creo en más infierno que tu ausencia.
Paraíso sin ti, yo lo rechazo.
Que ningún juez declare mi inocencia,

porque, en este proceso a largo plazo,
buscaré solamente la sentencia,
a cadena perpetua de tu abrazo.

Web de Antonio Vega
Video de Antonio Vega cantado “A trabajos forzados”

19 jun 2010

Embrujá por tu querer


Intérprete: Isabel Pantoja
Título:
Embrujá por tu querer
Letra:
Rafael de León
Música:
Juan Solano
Disco:
Que dile y dile
Año:
1975

“Isabel Pantoja es casi una creación artística mía. A parte de eso, por su juventud, por su belleza y por sus calidades artísticas, podemos estar tranquilos todos los autores españoles que está perfectamente asegurado el presente y el futuro de la canción española”

Juan Solano

Es la última de una generación de divas que nació para la copla en los años 30 con Estrellita Castro y siguió a lo largo de siglo XX con Imperio Argentina, Concha Piquer, Juana Reina, Lola Flores, Marifé de Triana, Gracia Montes o Rocío Jurado. Recogió el legado de todas sus predecesoras y lo puso en valor en un momento de confusión, recién iniciada la democracia, en una España que arrastraba 40 años de fatigosa dictadura y que miraba su propia cultura con asqueante desprecio, con ojos ansiosos de progreso y con el perfume a modernidad que rezumaba una Europa sustancialmente evolucionada.

Isabel nació en el barrio de El Tardón, en Triana. Sevilla contempló su primera actuación en el Teatro San Fernando con tan sólo siete años con motivo de un homenaje a Juanito Valderrama y Dolores Abril.

Su padre, el compositor y cantaor Juan Pantoja, disconforme con que su hija fuese artista, tuvo que asumir el progresivo involucramiento de Isabel en el mundo del arte. Su madre, Ana Martín, bailaora profesional que trabajó junto a Pepe Pinto o La Niña de los Peines, marcó en Isabel una pasión terrible por el baile andaluz y la danza flamenca. Juan y Ana vieron los primeros pasos de Maribel (así la llamaban familiarmente) de la mano de su primo Antonio Cortés “Chiquetete”, cuando por primera vez en 1969 fue contratada en el tablao El rombo de Palma de Mallorca durante unas vacaciones de verano gracias a la fe que depositó en ella su abuelo.

“Cuando yo era pequeña, mi madre me llevaba al maestro Moradiellos, al Maestro Rabay, y ya tenía mis propias canciones. Me acuerdo de un pasodoble que decía: “Yo llevo a España en mis labios / y en mi pecho una canción / que brota como una rosa / dentro de mi corazón”. Tenía 7 años y todavía me acuerdo de la letra. Esa fue mi primera copla”.

Isabel Pantoja


Una vez en Sevilla, fue el empresario Baldomero Negrón quien tras sacar de un segundo plano a Maribel y animarla a cantar por sus admiradas Cocha Piquer, Juana Reina o Marifé de Triana, decidió hablar con el poeta Rafael de León y el músico Juan Solano, que por entonces trabajaban a destajo escribiendo coplas para Marifé, Bambino o Rocío Jurado en su estudio de Madrid. Fue en la Calle Luna, en el estudio de Juan Solano, donde el Maestro cacereño pidió a una jovencísima Isabel Pantoja que cantase lo que quisiera mientras él la seguía al piano.

Isabel se trasladó a Madrid para trabajar en El Corral de la Morería como bailaora (su gran pasión). Un buen día le pidieron que cantara y tal fue el asombro de los allí presentes, que la hicieron primera figura del tablao y pasó de cobrar 500 pesetas a cobrar 1500. El asombro del Maestro Solano lo llevó a dejar de componer para otras artistas y centrarse exclusivamente en la joven promesa. Mientras ensayaba, Isabel estrenaba todas las magníficas piezas que la pareja artística León-Solano componían para las primeras figuras de la copla.

“Estuve ocho años de mi vida yendo a la calle La Luna a la una en punto de la tarde para ensayar hasta las cuatro y media o las cinco. Todos los días, aun trabajando en El Corral de la Morería, que me acostaba tarde porque el tablao era por la noche, a la una de la tarde tenía que estar en casa del Maestro Solano donde ya se incorporaba Don Rafael de León, y ahí pasábamos horas de arte maravillosas. Yo estrenaba, aunque no fuesen para mí, todas las canciones que componían para otras artistas. Yo era su niña, la que cantaba al piano todos los días. Y cuando no estaba bien, el Maestro Solano cerraba el piano y decía: “Hoy no estás bien. Hoy no quiero que ensayes”. Se enfadaba conmigo además, pero era maravilloso.”

Isabel Pantoja


Moría Juan Pantoja y mientras Isabel lloraba la muerte de su padre en Sevilla, Juan Solano prepara el material para el primer disco de la tonadillera. Este sería el primero de ocho que para ella escribirían principalmente León y Solano, aunque no faltarían piezas en su primer disco, “Fue por tu voz” (1974), de la tripleta Ochaíta, Valerio y Solano. Incluso en alguna ocasión versos musicalizados del poeta Manuel Benítez Carrasco o incursiones de los compositores Montoro, Castellanos o Sarmiento. De esta etapa de Isabel Pantoja (1974-1981) destacan obras como “El pájaro verde”, “Garlochí”, “Embrujá por tu querer”, “Ahora me ha tocado a mí”, “Niña Isabela”, “Doña María”, “22 abriles tengo”, “El señorito”, “¡Ay Torre, Torremolinos!”, “Qué bonita es mi niña”, “Ay Curro, Curro Romero”, “Esta pena mía”, “Isabel Pantoja”, “Al alimón” o “Aquella Carmen”.

Mientras la copla transcurría por un momento de adaptación hacía sonidos baladísticos, Isabel Pantoja se mostraba reivindicativa, haciendo una copla que podía pretender ser más tradicional pero que gracias al inestimable talento de Juan Solano, no quedaba exenta de tintes modernistas. Una adolescente Isabel Pantoja, vestía las coplas de su modista habitual; Lina, que hacía para ella un vestuario relativamente clásico (porque lució trajes terriblemente frescos y alejados de clichés), unidos a un pelo largo y a veces a una flor o un peinecillo. Paralela a ella Rocío Jurado ya estaba eternizando sus primeros temas de Manuel Alejandro, Carlos Cano ponía en pie una copla de autor contestataria, Bambino experimentaba haciendo preciosas coplas aflamencadas y una pequeña generación de artistas (Carmen Sevilla, Paquita Rico, Conchita Bautista, Marisol…) hacían un copla modernista denominada copla-pop o copla-yeyé.

“Sitio hay para todos, pero cuando yo salí era muy complicado. Estaban todas las figuras, las estrellas, en su momento. Estaban todas mis compañeras. Salió una niña con un pelo muy largo, con 15 años. Me tacharon de todo. Que si el pelo no se llevaba largo, que si la peina, que si la bata de cola ya estaba olvidada… y yo erre que erre, continué con mis peinetas y con todo lo que ya se había guardado. Salían con traje de noche para cantar. Yo salí y creí en la copla ciegamente, como sigo creyendo, y me busque ese sitio.”

Isabel Pantoja


En 1982 moría Rafael de León y a partir de ese momento Isabel Pantoja haría un disco de sevillanas compuesto por Pareja Obregón: “Viva Triana” (1982), otro interesantísimo de Paco Cepero: “Cambiar por ti” (1983), y José Luís Perales compondría para ella “Marinero de luces” (1985); el trabajo más emblemático de la artita dedicado a la memoria de su marido el torero Francisco Rivera “Paquirri”. Desde entonces alternará autores como José Luís Perales, Juan Gabriel o Manuel Alejandro, o se acercará al bolero de la mano de Roberto Livi, Rafael Ferro o Juan Marcelo. Todo esto a la par que editará dos discos de copla clásica con arreglos sinfónicos con The Royal Philharmonic Orchestra dirigida por Luís Cobos: "La canción española" (1990) y "A tu vera" (1999), otro de copla en directo con la Orquesta Filarmonica Nacional de Moldavia titulado "Sinfonía de la copla" (2005), que pasará a ser el primer DVD de copla editado en la historia, o varios trabajos navideños producidos por Rafael Rabay. Todas estas estapas, interesantes también, las analizaremos en posteriores entradas.

La copla de hoy pertenece al disco “Que dile y dile” (1975). Aunque en el momento su edición este trabajo pasó desapercibido, con el tiempo se ha convertido en uno de los más valorados de la artista sevillana, y esta pieza, en paradigma de un momento para copla con respecto a un contexto, en una situación social, cultural y política de agitamiento: La Transición Española (1975-1977). Editada el mismo año en el que moría el dictador Francisco Franco y en el que concluía para España una etapa dictatorial, la copla (y “Embrujá por tu querer” es muestra inestimable de ello), igual que un país en represión (inmerso en un largo periodo de hibernación cultural), se abría al mundo.

Los arreglos pop que con una batería marcan la decodificación de estos tangos, los metales que hacen habitar de frescura esta pieza y una base de guitarra eléctrica que parece signar el momento en el que fue creada (por ahí andan las influencias de Los Beatles), dan cuenta de los significantes de la época. Sin olvidarnos del hermoso verso de Rafael de León, que seguía en su poesía con los ecos de la Generación del 27 pero haciéndo una literatura cada vez más limpia y sencilla (como los sonetos del poeta que musicalizó Juan Solano: “Mi amigo”, “Con ruedas de molino” o “Poema de mi soledad”). El Maestro Solano, que introdujo en la copla una vanguardia de tal calibre que jamás tendremos palabras ni actos para agradecerle, en esta copla está más que presente, sin dejar pasar desapercibido su talento.

Versiones magníficas las han realizado actualmente Diana Navarro en su disco “Camino verde” (2008), que hace un "Embrujá por tu querer" con arreglos étnicos y de fusión, o Miguel Poveda en “Coplas del querer” (2009), versionándola por tangos con arreglos de Chicuelo a la guitarra y dando cabida a un inédito “Embrujao por tu querer”.

Os traigo una copla de la etapa que más me gusta de Isabel, porque aunque ahora retrate muchos de los clásicos (y lo haga majestuosamente), hubo un tiempo en el que luchó por revolucionar este género y ponerlo en valor para su tiempo.

Ando medio loca, embrujá por tu querer,
tengo en carne viva por tu culpa el corazón.
Eres mi delirio y el arroyo de mi ser,
cielo y pan moreno para mis ansias de pasión.

Tu amor con fe yo venero,
por él no sé lo que haría.
Tu amor para mí es lo primero
Ay ¡Yo te quiero, vida mía!

Por ti ardo en vivo fuego.
Por ti pierdo hasta el sosiego.
Por ti vivo enamorá,
y por ti, además, yo soy capaz,
de pedir limosna, de matarme y de matar.

Lloro a cada paso sin poderme consolar,
voy y vengo ciega si te alejas tú de mí.
Tengo en el sentío que me vas a abandonar
y eso ni durmiendo yo lo puedo resistir.

Tu amor me da calentura.
Tu amor es cruz y alegría.
Tu amor es sol y negrura.
Ay ¡Qué locura, vida mía!

Por ti ardo en vivo fuego.
Por ti pierdo hasta el sosiego.
Por ti vivo enamorá,
y por ti, además, yo soy capaz,
de pedir limosna, de matarme y de matar.


Web de Isabel Pantoja
Video de Isabel Pantoja cantando “Embrujá por tu querer”

12 jun 2010

Gacela del niño muerto


Intérprete: Carlos Cano
Título: Gacela del niño muerto
Letra: Federico García Lorca
Música: Carlos Cano
Disco: Diván del tamarit
Año: 1998

“La dignidad que tienen para siempre las coplas se la dio con su temple de hombre de Granada este andaluz entero, corazón de su tiempo, el de pelos rizados, de camisa y guitarra, de escenario y proclama, de niño saharaui, de cubanito nuevo, del hijo al que enseñabas a andar por estas calles de cierros y azoteas, a ver venir los barcos en estos miradores, capitán imposible de goletas de sueño”

Antonio Burgos

Faltaban dos años para su muerte. Carlos Cano seguía reivindicativo con una copla verdecida y nueva, que extraía del pueblo para reverterla a él. Emigró de su Granada natal a los 18 años y Barcelona lo vio componer su primera canción a los 22, “La miseria”, mientras se relacionaba con los poetas de su tiempo y escucha a Bob Dylan, Joan Baez o Paco Ibañez. Atrás quedaba una Andalucía que durante el franquismo cayó en el olvido de los grandes mandos y sufría la emigración de casi la mitad de su población. Un joven granadino emigrado a la Ciudad Condal, escribía:

Vengo de abajo cansado de tanta cuesta.
Vengo, no sé a donde voy, huyendo de ella.

La miseria, la miseria…

Tiene su casa en las uñas de la soberbia.
Vive en un mundo cerrado del que se alimenta.

La miseria, la miseria…

Carlos Cano / La miseria (fragmento)


Formó parte del Manifiesto Canción del Sur que en 1969 firmaron autores como Justo Navarro, Fany Rubio, Antonio Carvajal, José Carlos Rosales, Joaquín Sabina o Luís Eduardo Aute. Emigró a Suiza y Alemania, y mientras esperaba su oportunidad en el mundo de la música, trabajó fabricando farolillos para féretros en una empresa suiza, en la imprenta de un periódico alemán o en un buque en el puerto de Rotterdam en Holanda, hasta que en 1975 editó su primer disco con canciones cargadas de mensajes sociales, de un profundo rechazo al sistema establecido y de un anhelo hacia la tierra que se había adueñado de su infancia. Por aquel entonces Carlos Cano cantaba aquello de:

“Amo mi tierra
lucho por ella
y esperanza es su bandera
verde, blanca y verde”

Carlos Cano / Verde, blanca y verde (fragmento)

A lo largo de su discografía, paralela a un momento social en el que comenzaba el despertar político de las Comunidades Autónomas en España, reivindicó la copla como sentimiento popular, dignificó los ritmos andaluces, defendió la liberación de su pueblo, luchó por el folclore, por los índices de los que partía como sujeto, desmitificó las grandezas y asumió lo sencillo como objeto de grandeza, reivindicó las historias que nos unen a los hombres y construyó, sobre las raíces de la copla, su propia copla, la que le pertenecía a él y a su tiempo. Lo hizo desde la amargura, el dolor, la impotencia, el desarraigo… pero también desde la ironía, la festividad, la intrascendencia, la imprevisibilidad y el desahogo cultural de un momento catárquico.

Aunque siempre se mantuvo íntegro ante un objetivo (actualizar y reivindicar la música popular), también es cierto que siempre experimentó en el ámbito de la poesía, de los sonidos y de los arreglos: todo ello para abrir la copla a la universalidad.

Federico García Lorca fue un poeta que influyó sobremanera en Carlos Cano y su disposición poética para la copla. Evidentemente, para él era el literato referente más cercano y les unía, sobre todo, Granada. Aunque la pasión del cantautor por el poeta debió ser innata, se oficializó en 1972, cuando la UNESCO organizó en París un homenaje mundial a Federico García Lorca. Fue esta una oportunidad de oro para Carlos Cano, en cuyo homenaje participó musicalizando “Casida de la muchacha dorada” y “Casida de las palomas oscuras”, que en 1998 registraría junto a las demás Gacelas y Casidas de Lorca en un disco titulado “Diván del Tamarit” (1998).

En una entrada anterior ya analizamos una de estas Gacelas, titulada “Gacela del amor imprevisto”, que en 2007 editó Mayte Martín con arreglos de Joan Albert Amargós.

El Gazal, Gazel o Gacela (escrito también ghazal o ghazel) es un género literario lírico propio de las literaturas árabe, persa, turca y urdú. En la literatura árabe se trata de un poema cuya etimología está emparentada con las ideas de piropo o cumplido. De la misma raíz deriva la forma tagazzul: componer poesías amorosas. Conceptualmente el gazal tiene estrecha relación con el nasib (o tasbib), prólogo amoroso que sirve de introducción junto con el rahil (descripción de un viaje por el desierto), al tema panegírico que caracteriza la composición poética llamada gasida (casida).

Federico García Lorca se basó en esta forma poética para escribir doce Gacelas y nueve Casidas, que enumeró respectivamente del I al XII y del I al IX, englobadas en un trabajo titulado “Diván del Tamarit” (1936) que escribió entre 1931 y 1935. El trabajo fue editado el mismo año del trágico fusilamiento del poeta de Granada a manos del levantamiento militar de la Guerra Civil Española.

En 1998 Carlos Cano recuperó y musicalizó todas ellas, 21 piezas en total entre Gacelas y Casidas en un doble cedé que tituló igual que el trabajo de Lorca: “Diván del Tamarit”. El resultado fue uno de los trabajos de mayor intensidad del cantautor, de terribles sonidos negros (que diría Lorca), en el que contó con los arreglos del músico habanero Leo Brower, la colaboración de la Orquesta Filarmónica de Londres o el Orfeón Donostiarra, también Paco Ibáñez, Santiago Auserón o Marina Rossel, e incluso la voz del torero sevillano Curro Romero en “Casida de la mano imposible”.

La copla de hoy es una pieza estructurada en unos tangos extremeños, decodificados, con arreglos sinfónicos a los que se suman metales e instrumentos de viento conjugados con la guitarra española de Paco Ibáñez.

Aunque Lorca siempre esté en perpetua lucha con la muerte (porque el arte nace para la muerte), me resulta absurdo que yo intente tratar la temática de esta Gacela, por miedo, por la terrible admiración que siento por su obra y porque deteniéndome a leerla me doy cuenta de la inmensidad, de la riqueza poética y evocadora, de las influencias universales que abarca esta “Gacela del niño muerto”, de su estructura para el sentido y su forma (que no es forma, si no tuétano de forma). Ante tal maravilla prefiero retirarme, pero no sin antes invitaros a leerla detenida y concentradamente, gozándola.

Publico el poema original de Federico García Lorca, que es la gacela número V, del que Carlos Cano cambió parcialmente la estructura y escogió la primera parte para convertirla en estribillo. Si este espacio tiene un compromiso, ese es reivindicar la figura y obra de Carlos Cano para la copla.

Todas las tardes en Granada,
todas las tardes muere un niño.
Todas las tardes el agua se sienta
a conversar con sus amigos.

Los muertos llevan alas de musgo.
El viento nublado y el viento limpio
son dos faisanes que vuelan por las torres
y el día es un muchacho herido.

No quedaba en el aire ni una brizna de alondra
cuando yo te encontré por la grutas del vino.
No quedaba en la tierra ni una miga de nube
cuando te amoragabas por el frío.

Un gigante de agua cayó sobre los montes
y el valle fue rodando con perros y con lirios.
Tu cuerpo, con la sombra violeta de mis manos,
era, muerto en la orilla, un arcángel de frío.


Web de Carlos Cano

5 jun 2010

Locura de mi querer


Intérprete: Martirio
Título: Locura de mi querer
Autor: M. Gordillo / A. Molina Molés
Disco: Acoplados
Año: 2004


“Martirio es un personaje especial que he creado con ayuda de mucha gente. Ella simboliza el futuro, la esperanza, un personaje abierto sin prejuicios, que busca y quiere comunicar, mientras vive por la pasión y el amor. Es un personaje que me permite sacar ese otro yo capaz de hacer cosas más fuertes que la simple Maribel Quiñones”

Martirio


Concluía una etapa pura para la copla. Sus autores, empezaban a hacerse mayores y daban los últimos coletazos en un panorama complejo. Una España recién salida de la dictatura de Franco se habría al mundo rechazando lo intrahistórico (que diría Unamuno), anhelando convertirse en el país más progre y moderno de una Europa que vivía a años luz por delante de nosotros. Comenzaba a ser la copla un género facha y casposo, ligado injustamente al franquismo (por coincidir en época con él, aunque no debemos olvidar que nació en la República, entre 1920 y 1930, antes de la Guerra Civil Española) y ligado también a un folclorismo de pandereta y volante, que no iban más allá del Viva la Virgen y el Olé.

Corrían los años 80. Carlos Cano ya había empezado a poner en píe su canción protesta con raíz en el pueblo. Rocío Jurado comenzaba a grabar sus primeros temas con Manuel Alejandro después de una etapa en la copla mecida entre la pureza y la innovación (1969-1976) que vistió con traje de noche, incluso de Balenciaga. Isabel Pantoja se mantenía reivindicativa con su pelo largo y sus batas de cola, grabando las últimas coplas que escribieron para ella Rafael de León y Juan Solano, impregnadas en tintes frescos y modernistas. O Bambino, que se atrevía a hacer una copla flamenca y nueva, evolucionada y revolucionaria, desde sus particulares facultades interpretativas.

No hay que olvidar que en los años 80 estallaba la Movida Madrileña y con ella una estética punck, rock, hippie, desde la que también tenemos que mirar el trabajo de la copla.

La cuestión es que en 1981 una joven María Isabel Quiñones comenzaba su carrera como cantante en el grupo Jarcha. Tras su paso por él y gracias al producto Martirio que idearon entre ella y Kiko Veneno, María Isabel Quiñones se convirtió en “Martirio”, una de las piezas fundamentales para entender la copla de transición en una España que pasaba, como bien dice la artista, del arado a internet a una velocidad vertiginosa. En la década de los 80 y 90, junto a Carlos Cano, fueron ambos quienes iniciaron la recuperación y reivindicación de un “tesoro popular” (dirá posteriormente Martirio) que había pasado a las arcas del olvido.

Su puesta en escena, característica, magnífica y digna de mención donde las haya, erizó las opiniones de muchas de sus compañeras de profesión. El personaje “Martirio” indagó en la mitología del género, en sus signos populares, y a través de su indumentaria, en un momento en el que la España progresista veía la copla como algo casposo y pretérito, parodió la vergonzante e irrisoria caricatura en la que la situación social y política -y muchos de sus propios compañeros de profesión-, habían convertido la copla (el lamentable dolor, los aspaviento asqueantes y exagerados, los garganteos gratuitos y sin justificación…).

De este modo Martirio salía a escena con una peineta de más de medio metro cuya silueta representaba la Giralda de Sevilla, otras en las que se apreciaban los rascacielos de Nueva York, o en sus trajes, lo mismo denunciaba a través de unos ladrillos dorados la especulación urbanística que imprimía un toro negro de Osborne sobre un traje rojo.

“Vestidos, peinetas, gafas, abanicos… dan pié, desde la estética, a un recorrido por el sentimiento, la memoria, la fantasía, la ternura, la ironía y el desahogo de una época puente que ha pasado del arado a internet en un vértigo de montaña rusa”

Maribel Quiñones / La vuelta a Martirio en 40 trajes

Sus gafas de sol (que dicen que ocultan unos ojos verdes preciosos), cortan radicalmente con los divismos de sus compañeras de época, y su música, en los años 80, “quería chillar que las mujeres tenían su sitio, su libertad, su economía”. Así una Martirio que retrataba la vida cotidiana de una mujer ama de casa y desesperada en una sociedad todavía machista, daba forma a piezas como “Sevillanas de los bloques” o “Estoy mala”.

Con el tiempo su música ha ido evolucionando. Las cadencias de su copla se sustentan en el jazz, la bossa, el rock, el swing, el rap o los sonidos árabes, buscando una unión entre lo hispano, lo anglosajón y lo latinoamericano.

La copla de hoy pertenece a un disco de clásicos que Martirio hizo junto al músico pianista Chano Dominguez titulado “Acoplados” (2004). En él revisa temas populares como “El agüita del querer”, “Torre de arena”, “Te lo juro yo”, “Me embrujaste”, “La bien pagá” u “Ojos verdes”. La artista onubense viste las piezas con arreglos jazzísticos, porque como el flamenco, el jazz es una música pura (dirá en alguna ocasión) y pone en pié magníficas versiones como “Compuesta y sin novio”, “Torre de arena”, “Locura de mi querer”, “Dicen” o “Nana vidalita de filigranas”.

Marifé de Triana estrenaba en un LP de cuatro piezas en 1958 “Locura mi querer”. Los temas de los primeros discos de la artista de Burguillos estaban compuestos por Manuel Gordillo, el músico Andrés Molina Molés, Pedro Llabrés o el Maestro Sarmiento. De la unión de algunos de estos nacieron éxitos como “Torre de arena”, “Antonio Romance”, “Frasquita romero”, “La emperaora”, “La ventolera”, “En una esquina cualquiera”, “La sombra vendo”, “Que me perdone Dios”, “Marquesita de la estrella”, “Lola alegrías”, “Clavá en mi amargura”, “Rejón de muerte”, y por supuesto “Locura de mi querer”. El propio Manuel Gordillo educó artísticamente a Marifé y escribió para ella muchos de sus éxitos en los inicios. El compositor dirigió sus primeros pasos y ella respondió otorgándole notoriedad como compositor desde la categoría que imprimió a sus piezas.

Martirio en “Acoplados” (2004) hace una magnífica versión imbuyéndola en los sonidos negros del jazz y el swing, diciéndola e interpretándola de manera magistral. Habrá que reconocerle entonces a Martirio haber abierto la copla a los sonidos del mundo y haber hecho la copla que pertenece a su tiempo.

Dicen que soy para los hombres tristeza y castigo
y aunque lo sabes tú quieres casarte conmigo.
Yo sólo puedo ofrecerte la vida que tengo
y un ansia de amores,
pero eres tú de esos hombres que buscan venero,
veneno en las flores.

Corazón… ¡Ay qué pena me das corazón!
No distingues al Rey del mendigo.
Si te entregas con firme pasión…
¿Dónde está la razón para que jueguen contigo?

Malas lenguas me dicen “La loca”
por esta locura que al verte me ciega.
Mal fin tenga la lengua cobarde
que me echa cristales y luego lo niega.

Son puñales de muerte mis celos
y tú una muralla de firme roca.
¡Ay, mi rosa en el suelo!
¡Ay, mi vida en tu boca!

Qué me importa que el mundo
por darme tormento me diga “La loca”.

Yo siempre fui presumiendo de haberte querido
y ahora eres tú quien separa tu nombre del mío.
Cuando tus labios de fuego en vez de besarme
quemaron mi boca,
los potros de mis sentidos se me desbocaron
volviéndome loca.

Corazón… fierecilla que un hombre mató.
¡Ya estás sólo con tu desventura!
No te extrañe que a este dolor,
al morirse de amor, se le llame locura.

Malas lenguas me dicen “La loca”
por esta locura que al verte me ciega.
Mal fin tenga la lengua cobarde
que me echa cristales y luego lo niega.

Son puñales de muerte mis celos
y tú una muralla de firme roca.
¡Ay, mi rosa en el suelo!
¡Ay, mi vida en tu boca!

Qué me importa que el mundo
por darme tormento me diga “La loca”.

Video de Martirio cantando “Locura de mi querer”